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2013-07-22T15:49:36+02:00

Quisera ser mamá-gorriona

Publicado por mamiloon

El Miércoles pasado, tal y como os adelantaba en nuestro Miércoles Mudo, un pequeño gorrión cayó en nuestra mesa de la terraza mientras comíamos.

gorrión

Para Miriam fue todo un acontecimiento. Dejó de comer, saltó en su silla, lo acarició, rió, aplaudió y comenzó a llamarlo “Piti” (si, tendré que tener una charla con ella sobre orientación para la elección de nombres, pero es lo que hay). En cambio a mi me dió mucha pena.

bebe y pajaro

Un gorrión tan pequeño, que había caído de un nido, que había ido a parar a las manos de unos humanos y que no sabia volar… las tenia todas para que su madre lo “repudiara” y sin ella terminar muriendo pues todavía no estaba preparado para afrontarse a la vida por si solo.

¡Cuan equivocada estaba!

Rapidamente vino un gorrión y se posó en el otro extremo de la mesa a escaso un metro de Miriam y mío. Piaba fuerte, como tratando de increparnos y molestarnos para que nos fuésemos. Otro gorrión se posó en una antena, como tratando de controlar la situación. A estos dos gorriones los identificamos como mamá y papá gorriones, respectivamente.

Decidimos acomodar a “Piti” en el lado mas apartado de la terraza, a la sombra y nos pusimos a observar la situación desde dentro de casa.

2013-07-17 14.50.55

Mamá-gorriona no se alejó ni un segundo de su bebé, ni siquiera cuando nuestro perrito Tiko logró salir a la terraza y quiso salir a jugar con estos pequeños amigos. Mientras, papá-gorrión se dedicaba a vigilar posibles peligros desde arriba de la antena. El iba y venia, les trajo comida y mamá-gorriona alimentó a su bebé.

Así fue pasando el mediodía y llegó la hora de la merienda. Volvimos a la terraza y todavía seguían allí.

Fue entonces cuando ocurrió algo que me causó admiración y ternura. Papá-gorrión se marchó. Pensé que se había cansado de esperar pero mi sorpresa fué cuando este regresó con otros 4 gorriones que se acercaron al pequeño bebé.

Miriam y yo mirábamos anonadadas y entonces ocurrió algo increíble. Los gorriones, situados al rededor del pequeño bebé, comenzaron a aletear y revolotear. Mamá-gorriona voló ante la atenta mirada de su bebé al tejado del edificio de enfrente desde donde piaba fuerte como animando a su retoño, como hacemos cualquier mamá-humana para animar a nuestros pequeños a dar sus primeros pasos. Los otros gorriones seguían mostrándole al bebé-gorrion que era lo que tenia que hacer.

Finalmente voló, apenas fueron 3 metros pero hizo lo que yo jamas hubiese esperado de un bebé-gorrión tan pequeño.

Miriam y yo lo celebramos (mas yo que ella) y sentí envidia. Quise ser mamá-gorriona.

¿Porque?

Pues porque supo estar ahí en todo momento mientras su bebé la necesito. No se dió por vencida y tuvo confianza en el. Porque fue capaz de animar a su bebé para lograr lo imposible. Se apoyó con papá-gorrión que participó activamente en la resolución de la situación.

Pero, antetodo, quise ser mamá-gorriona porque no fue juzgada.

Nadie le dijo – ¿como puedes haber perdido a tu hijo? ¡mala madre, tu despiste a puesto a tu bebé en peligro! – No, se limitaron a ser participes de la preocupación y de la angustia de una madre que ve a su hijo en una situación complicada.

No fue desalentada.

Nadie le dijo – ¡eso es imposible! ¡Tu bebé es muy pequeño para tan gran hazaña! – Sencillamente se limitaron a apoyarla.

Tampoco fue cuestionada.

Nadie le dijo – ¿porque haces esto? ¿Porque no haces lo otro? ¿No seria mejor si trajeses aquí tu nido? – No, no hubo tiempo para preguntas.

Sin embargo fue apoyada, ayudada y arropada hasta que su bebé y ella lograron su objetivo.

¡Cuanto nos queda por aprender! ¡Que envidia mas grande!

Definitivamente, ¡quiero ser mamá-gorriona!

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